FUNDADORA

Jeanne Chezard de Matel

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 Jeanne Chézard de Matel
 
 

      Nace en Roanne , Francia ,

       El 6 de noviembre de 1596.

 
 
     

      Funda la Orden del Verbo Encarnado ,

       El 2 de julio de 1625.

 
 
    

      Muere el 11 de septiembre de 1670

       en Paris , Francia.

 
  
                                 
 
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Jeanne Chézard de Matel (1596 1670)

 En palabras de nuestra Fundadora ,el Verbo Encarnado nos llama a ser una extension de la Encarnación .Cumplimos nuestra misión al contemplar y vivir este Misterio y proclamar al Evangelio del amor y la bondad.

 

       Centramos nuestra vida en la persona de Jesucristo ,la Palabra Encarnada con El vivimos para la gloria del Padre en el amor del Espíritu Santo . Esta relación trinitaria es el fundamento y modelo de nuestra vida consagrada.

 

       El Misterio de la Encarnación del Verbo ,al que profesamos un amor especial ,nos exige profundizar en la Sagrada Escritura y celebrar y adorar la Eucaristía permitiendo una actitud cultural

      

       Contemplamos a la Virgen María, Madre del Verb­o Encarnado, en el misterio de Dios. La honramoscomo Madre de nuestra Orden, imitándola y propagando su culto, especialmente el de su Inmaculada Concepción.

        De acuerdo al espíritu de la Madre de Matel nos gozamos de ser hijas de la Iglesia. Nos comprome­temos a colaborar en la construcción del Reino por nuestro amor al pueblo de Dios y por nuestra fide­lidad al magisterio de la Iglesia.

         Para nosotras, la educación cristiana en sus múl­tiples formas es el medio principal para dar a cono­cer al Verbo Encarnado y promover las vocaciones  a la vida religiosa.) También tenemos el compromiso de la oración y el sacrificio por la conver­sión de los pecadores y por la unidad de la Iglesia

 

 Al seguir al Verbo Encarnado en todos sus Mis­terios tratamos de asemejarnos a El, especial­mente en su humildad, obediencia, inocencia, pureza, dulzura y caridad hasta consumar en nuestras vidas su Misterio Pascua!.

Expresamos nuestra espiritualidad en un estilo de vida: contemplativo, comunitario  y apostólico.

 

Confiadas en la acción transformadora del Espí­ritu Santo, nos comprometemos a ser fieles al Ca­risma de nuestra Orden, a vivir sus sanas tradicio­nes, a transmitirlas a nuestras hermanas y a com­partir nuestras experiencias entre las comunidades de nuestra Orden.

           

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Iglesia del Colegio Jesuita el Roanne Francia

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Jeanne Chézard de Matel (1596 1670)
 

 En palabras de nuestra Fundadora ,el Verbo Encarnado nos llama a ser una extension de la Encarnación .Cumplimos nuestra misión al contemplar y vivir este Misterio y proclamar al Evangelio del amor y la bondad.

 

       Centramos nuestra vida en la persona de Jesucristo ,la Palabra Encarnada con El vivimos para la gloria del Padre en el amor del Espíritu Santo . Esta relación trinitaria es el fundamento y modelo de nuestra vida consagrada.

 

       El Misterio de la Encarnación del Verbo ,al que profesamos un amor especial ,nos exige profundizar en la Sagrada Escritura y celebrar y adorar la Eucaristía permitiendo una actitud cultural

      

       Contemplamos a la Virgen María, Madre del Verb­o Encarnado, en el misterio de Dios. La honramoscomo Madre de nuestra Orden, imitándola y propagando su culto, especialmente el de su Inmaculada Concepción.

        De acuerdo al espíritu de la Madre de Matel nos gozamos de ser hijas de la Iglesia. Nos comprome­temos a colaborar en la construcción del Reino por nuestro amor al pueblo de Dios y por nuestra fide­lidad al magisterio de la Iglesia.

Nace el 6 de Noviembre de 1596 en la finca denominada el Castillo de Matel.

 

Su familia  paterna,  originaria  de  Florencia ,  descendía  de  la antigua Casa de los Cesari, que ocupaba un rango distinguido entre la nobleza toscana.  El abuelo , soldado  de la  armada de María de Médicis, había emigrado a Francia cuando la princesa se casó con Enrique IV.  En  el  tiempo  de  la  Liga  compró  un cargo de gentil  hombre ,  al  servicio  del Rey,  el cual heredó a su hijo mayor Jean Chézard  padre  de  la  Sierva  de  Dios.

Jean Chézard, Señor de  Matel  es  un  hombre  de  carácter,  y valiente oficial quien llegaría a ser capitán de una compañía de caballería ligera . Por  su amistad  con  los r eyes  Enrique IV  y Luis XIII y por sus méritos al servicio del reino, recibió la tierra señorial de Matel ,  cerca  de  Roanne ,  en  la  región  Lyonesa, donde contrajo nupcias con la señorita Jeanne Chaurier, mujer perteneciente  a  una  excelente  familia  de  Roanne , quien  se distinguía  por  sus  grandes  cualidades y virtudes cristianas y por su piedad.

 

De  este  matrimonio  nació  Jeanne Chézard Chaurier, que fue un regalo  de  Dios  y  fruto  de  la  oración  y  sacrificio  de  sus padres, quienes después de haber perdido 4 hijos vieron nacer a esta niña, elegida por Dios para dar a conocer el nombre del Verbo Encarnado hasta los últimos confines de la tierra.

Ella  misma  reconoce  ese  regalo  y e xpresa  que  ha  sido bautizada con un nombre que significa “gracia”; “para que pueda decir con verdad lo que el Apóstol, que debo toda mi vida a tu gracia: Mas por la gracia de Dios soy lo que soy”
 

Desde pequeña, Jeanne de Matel se siente fuertemente atraída por Dios y comienza a cultivar una amistad con Él hasta llegar a experimentar, ya  en  la  juventud,  los  más  altos  grados  de oración  que  la  caracterizan  como  una  de  las  más  grandes contemplativas  de  la  espiritualidad  francesa  del  siglo  XVII.

 

A los 11 años, Jeanne quiere hacer su Primera Comunión pero dadas las costumbres de la época no se lo permiten sino hasta los 12 años; sin embargo, en este tiempo Dios la atrae hacia Sí regalándole una gracia  que  reciben  sólo  quienes  están  muy adentrados en los caminos de la  vida  espiritual : “ elevaste  mi entendimiento por un vuelo de espíritu  tan  poderoso  y  dulce, que no hubiera querido volver nunca a la tierra”

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Junto  a s us  deseos  de  vivir  una  vida  litúrgica  intensa ,  de participar  en  la  Celebración  Eucarística  diaria , de  recibir  a Jesús, de retirarse a la soledad y el silencio para  orar  y  llevar una vida  de  austeridad  y  penitencia,  Jeanne  se  dedica  con empeño  a  las  tareas  más  sencillas  y  humildes del hogar, a servir a su mamá, hermanas, hermano, y empleados de casa, y a  prestar  ayuda  a  los  pobres  y  necesitados . “ ¡ Cómo encontraba  gusto  al  hacer  faenas ! ¡ Cuántas  veces ,  mi  divino Salvador, elevaste mi espíritu mientras el cuerpo se ocupaba en estas humildes funciones!” .

Hacia los 9 o 10 años , después  de  ayunar  toda  la  cuaresma, Jeanne  escucha  en  una  ocasión  un  sermón  sobre  la virginidad,  y resuelve permanecer virgen para  seguir a  Jesús, Verbo Encarnado. Este deseo lo confirma a la edad de 14 años ,  y  lo  expresa  a  su  padre  posteriormente  cuando  él  decide comprometerla en matrimonio.

 

Después  de  haberse e nfriado  en  su  vida  de  piedad  y devociones, a los 18 años Jeanne se acerca nuevamente a la fuente  de  la  gracia  a  partir  del  día  de  la Candelaria de 1615

El primer domingo de cuaresma de este mismo año, el Señor le concede  el  don  de  comprender  el  latín  de  la  Escritura  y  al mismo  tiempo  entender  el  sentido de muchos pasajes de los Libros Sagrados: “Hija mía, te quiero  hablar  por  la  Escritura; por ella conocerás mi voluntad” . En  seguida  Jeanne de Matel recibe el don de la oración  y  se  conmueve  profundamente  al meditar, por varios  años,  en  la  dolorosa  Pasión  de  Nuestro Señor y de su Santísima Madre.

 

El domingo de Resurrección de 1617 se vio a sí misma llevando la cruz seguida de muchas jóvenes vestidas de blanco para adorar el altar donde Jesús Eucaristía reposaba por cuarenta horas. El 24 de Agosto de 1620, día del Apóstol San Bartolomé, se ve revestida de una túnica blanca, y lavada como si hubiera sido bautizada de nuevo en la Preciosa Sangre. Ese mismo día escucha estas palabras: “Hija mía... te he destinado a fundar una Orden que lleve mi nombre, que honrará a mi Persona encarnada por amor a los hombres” .

El 25 de Agoto del mismo año, en la oración, tiene una experiencia nupcial que irá creciendo y madurando a lo largo de su vida, toda ésta, entregada a la contemplación y adoración del Verbo Encarnado, a la educación de la niñez y de la juventud y a dirigir espiritualmente a varias personas.

En el arduo camino de su misión de fundadora de la Orden del Verbo Encarnado, Jeanne de Matel, dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo y fiel a la autoridad de la Iglesia, comunica siempre sus inquietudes, experiencias y gracias recibidas de Dios a sus confesores, el mayor número de ellos, de la compañía de Jesús. Religiosos sabios y santos como el R.P. Bartolomé Jacquinot, el P. Pierre Cotton y otros, son para ella excelente directores espirituales. Como costumbre de esta época, a Jeanne de Matel sus directores le piden que escriba todas las gracias que recibe en su experiencia de Dios y ella, con humildad, acepta esta obediencia, y reconoce tiempo después que a través de sus escritos otras muchas personas se acercarán a Dios.

 

El 2 de Julio de 1625, después de haber obtenido la autorización del R.P. Bartolomé Jacquinot, Jeanne Chézard deja el Castillo de Matel y acompañada de dos jóvenes inicia la primera comunidad en una casa que habían desocupado las ursulinas. Escribe entonces las Primeras Constituciones, y en 1627 se traslada a Lyon donde el Arzobispo de Mirón le permite comenzar la Orden que establecería en medio de grandes contradicciones.

Sin embargo, ella, fortalecida por la Palabra de Dios, en quien ha puesto toda su confianza actúa siempre con la firmeza de quien sabe que la obra no es de ella, sino de Aquel que la ha enviado:

 

“Sufrirás grandes angustias para darme a luz en la Iglesia por este establecimiento, como la mujer del Apocalipsis, pero aunque eres débil, en ti mostraré mi fuerza...” .

 

“Hija mía, yo me encargo de este establecimiento; prometo darte los medios para hacerlo, en mis manos está tu suerte, en mis ojos tu poder y en mi seno tus tesoros” .

 

“Contemplo con delicia las casas de mi Orden, en donde seré adorado en espíritu y verdad. No dudes, mi providencia vela sobre ti y mi misericordia te acompañará todos los días de tu vida...” .

 

“Hija mía, por este establecimiento Yo, que soy el Verbo Encarnado, haré una extensión de mi Encarnación; Yo habitaré con vosotras y me verán lleno de gracia y de verdad, para cumplir en ti y en mi Orden, todas las promesas que te he hecho, que te hago y que te haré” .

Muchos fueron, además de éste, los sufrimientos de la Madre de Matel por la fundación de sus monasterios, especialmente los últimos siete años de su vida en París, tiempo en el que se convierte en el blanco de una serie de humillaciones y

 vejaciones hacia su persona y la de sus hermanas al ser usurpado injustamente, por la autoridad eclesiástica, el monasterio de París.

 

Sin embargo, en medio de tantas contradicciones, invadida de una dulce y serena paz, la M. de Matel entrega definitivamente su espíritu al Señor, la madrugada del 11 de Septiembre de 1670, después de haber recibido el Hábito de la Orden y emitido su Profesión Solemne, repitiendo por tres veces, antes de morir, el Nombre de Jesús.

Los sufrimientos de la Madre de Matel pueden compararse con los del martirio. En el intento de cumplir con la misión encomendada a ella por Dios, se encuentra con toda clase de contradicciones inimaginables; pero al fin, sus esfuerzos y trabajos son coronados con la realidad de ver la Orden del Verbo Encarnado establecida y extendida en varios lugares de la tierra.

 

Su vida es una invitación para cada una de y cada uno de nosotros, a “vivir y anunciar la Encarnación del Verbo”

La vida de Jeanne de Matel es la manifestación de una serie ininterrumpida de las experiencias del amor misericordioso, incondicional y gratuito, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo con esta Sierva de Dios, sencilla y heroica a la vez, débil y fuerte, humilde y tenaz.

 

Después de haberse enfriado en su vida de piedad y devociones, a los 18 años Jeanne se acerca nuevamente a la fuente de la gracia a partir del día de la Candelaria de 1615.

 

El primer domingo de cuaresma de este mismo año, el Señor le concede el don de comprender el latín de la Escritura y al mismo tiempo entender el sentido de muchos pasajes de los Libros Sagrados: “Hija mía, te quiero hablar por la Escritura; por ella conocerás mi voluntad” (7). En seguida Jeanne de Matel recibe el don de la oración y se conmueve profundamente al meditar, por varios años, en la dolorosa Pasión de Nuestro Señor y de su Santísima Madre.

 

El domingo de Resurrección de 1617 se vio a sí misma llevando la cruz seguida de muchas jóvenes vestidas de blanco para adorar el altar donde Jesús Eucaristía reposaba por cuarenta horas. El 24 de Agosto de 1620, día del Apóstol San Bartolomé, se ve revestida de una túnica blanca, y lavada como si hubiera sido bautizada de nuevo en la Preciosa Sangre. Ese mismo día escucha estas palabras: “Hija mía... te he destinado a fundar una Orden que lleve mi nombre, que honrará a mi Persona encarnada por amor a los hombres”

 

El 25 de Agoto del mismo año, en la oración, tiene una experiencia nupcial que irá creciendo y madurando a lo largo de su vida, toda ésta, entregada a la contemplación y adoración del Verbo Encarnado, a la educación de la niñez y de la juventud y a dirigir espiritualmente a varias personas

En el arduo camino de su misión de fundadora de la Orden del Verbo Encarnado, Jeanne de Matel, dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo y fiel a la autoridad de la Iglesia, comunica siempre sus inquietudes, experiencias y gracias recibidas de Dios a sus confesores, el mayor número de ellos, de la compañía de Jesús. Religiosos sabios y santos como el R.P. Bartolomé Jacquinot, el P. Pierre Cotton y otros, son para ella excelente directores espirituales. Como costumbre de esta época, a Jeanne de Matel sus directores le piden que escriba todas las gracias que recibe en su experiencia de Dios y ella, con humildad, acepta esta obediencia, y reconoce tiempo después que a través de sus escritos otras muchas personas se acercarán a Dios.

 

 

El 2 de Julio de 1625, después de haber obtenido la autorización del R.P. Bartolomé Jacquinot, Jeanne Chézard deja el Castillo de Matel y acompañada de dos jóvenes inicia la primera comunidad en una casa que habían desocupado las ursulinas. Escribe entonces las Primeras Constituciones, y en 1627 se traslada a Lyon donde el Arzobispo de Mirón le permite comenzar la Orden que establecería en medio de grandes contradicciones.

 

Sin embargo, ella, fortalecida por la Palabra de Dios, en quien ha puesto toda su confianza actúa siempre con la firmeza de quien sabe que la obra no es de ella, sino de Aquel que la ha enviado:

 

“Sufrirás grandes angustias para darme a luz en la Iglesia por este establecimiento, como la mujer del Apocalipsis, pero aunque eres débil, en ti mostraré mi fuerza...”

 

“Hija mía, yo me encargo de este establecimiento; prometo darte los medios para hacerlo, en mis manos está tu suerte, en mis ojos tu poder y en mi seno tus tesoros”

“Contemplo con delicia las casas de mi Orden, en donde seré adorado en espíritu y verdad. No dudes, mi providencia vela sobre ti y mi misericordia te acompañará todos los días de tu vida...”

 

“Hija mía, por este establecimiento Yo, que soy el Verbo Encarnado, haré una extensión de mi Encarnación; Yo habitaré con vosotras y me verán lleno de gracia y de verdad, para cumplir en ti y en mi Orden, todas las promesas que te he hecho, que te hago y que te haré”

 

En 1633, el Papa Urbano VIII firma y expide la Bula de fundación de la Orden, la cual no puede ser ejecutada en Lyon, por la actitud hostil y despiadada del Cardenal Arzobispo Alfonso Richelieu, hermano del famoso ministro de Luis XIII. Sin embargo, la Madre de Matel, convencida de la voluntad de Dios, establece la orden en otras diócesis de Francia: Avignon, el 15 de Diciembre de 1639, Grenoble, el 3 de Junio de 1643 y París el 1° de Enero de 1644.

Después de muchas penas y dolores por no haberse ejecutado durante años la Bula para la fundación del Monasterio de Lyon, el 1° de Noviembre de 1655 la Madre de Matel recibe al Arzobispo Camilo de Neuville en la Casa de la colina del Gourgillón, en el momento en que las hermanas cantan en el coro las Vísperas de la solemnidad de Todos los Santos. Terminada la celebración el Arzobispo declara el establecimiento canónico de la casa y dirigiéndose a su hermano, el Vicario General, le pide que prepare el contrato de fundación, el cual es firmado el 30 de Diciembre del mismo año.

 

Muchos fueron, además de éste, los sufrimientos de la Madre de Matel por la fundación de sus monasterios, especialmente los últimos siete años de su vida en París, tiempo en el que se convierte en el blanco de una serie de humillaciones y vejaciones hacia su persona y la de sus hermanas al ser usurpado injustamente, por la autoridad eclesiástica, el monasterio de París

Sin embargo, en medio de tantas contradicciones, invadida de una dulce y serena paz, la M. de Matel entrega definitivamente su espíritu al Señor, la madrugada del 11 de Septiembre de 1670, después de haber recibido el Hábito de la Orden y emitido su Profesión Solemne, repitiendo por tres veces, antes de morir, el Nombre de Jesús.

 

Los sufrimientos de la Madre de Matel pueden compararse con los del martirio. En el intento de cumplir con la misión encomendada a ella por Dios, se encuentra con toda clase de contradicciones inimaginables; pero al fin, sus esfuerzos y trabajos son coronados con la realidad de ver la Orden del Verbo Encarnado establecida y extendida en varios lugares de la tierra.

 

Su vida es una invitación para cada una de y cada uno de nosotros, a “vivir y anunciar la Encarnación del Verbo”.

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